martes, 22 de diciembre de 2009

Sección Agricultural de Emergencia.

Les describo la situación. Al Dr. Bauer se le ocurrió salir a vacacionar sin su laptop. Craso error. Escribo desde una computadora con 256 megas de RAM, Windows XP y un procesador AMD equivalente a algo así como Pentium 4. Lamentable, pues. Será difícil regalarles nuestra bonita sección de tiras o cargar alguna fotografìa para que vean cómo sufro.
Pero estaba leyendo un poco y encontré una bonita cita que, además de rescatarnos del silencio, acabará de romper con nuestra racha de poetas argentinos. Pero no canten victoria, que ya la retomaré tan pronto tenga mi máquina (no me aparato) en las manos. También les anticipo que trabajo en una primera entrega de la respuesta parabolar del Dr. Bauer a la pregunta dominguera "¿Cómo se debe vivir?", formulada por una de nuestras seguidoras.
Saludos a todos desde esta tierra salvaje.
[...] todo te atrapaba en alguna telaraña. Desdeñaba el uso de las agujas por la misma razón que desdeñaba a algunas de las supuestas mujeres hermosas: el precio estaba muy por encima de la medida del valor. No quería currármelo tanto.
Bukowski, Fragmentos de un cuaderno manchado de vino.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

La incertidumbre llega de Cuernavaca.

Hoy me contaron que un entrañable amigo del que llevo varios años distanciado está ahora en su tercera sesión de quimioterapia. La noticia me rompe por completo las certidumbres. Él tuvo en un año —quizá, incluso en un buen mes— más mujeres de las que yo he tenido en toda mi vida. La única vez que nos peleamos en tres años fue porque él me bajó una chica (en realidad, sólo era una golfa con la que a él se le presentó el momento antes que a mí). Uno de mis compañeros de cuarto lo ha recordado inmediatamente como bailarín nato. Es cierto, él solía obtener ingresos de montar coreografías y fungir como chambelán para fiestas de quince años. Mi otro compañero me habla de los partidos de basquet que se disputaban en las horas libres del bachillerato —que no nacían, sino que las hacían.

Pero yo también tengo recuerdos de él: más de una vez, pero menos, muchas menos de las que hubiera deseado, bebimos juntos y compartimos nuestras vidas a través del vaso. Exitoso con las mujeres, deportista y querido por cuantos le conocían: todo lo que yo no fui. Hoy, enfrentando un tratamiento incierto.

Yo, terminando la carrera, en la cúspide del consumo y el narcisismo intelectual. Más aislado que nunca y aparentemente imposibilitado para atraer al sexo opuesto. Pero sano, enfermamente sano. ¿Es acaso que Dios ha decidido recompensar a los obesos, sedentarios y alcohólicos?

Estas noticias me hacen extraviar la brújula moral y preguntarme, una vez más y con sentido urgente, sobre la pertinencia de tomarnos todo esto tan en serio.