lunes, 30 de noviembre de 2009

Historia inconclusa.


Te acercas a preguntar si tengo fuego, levanto mi playera y enciendes tu delicado en mi pezón derecho. Pienso que me invitarás a tu mesa, pero te limitas a dar las gracias.

Mis amigos dicen que las mujeres no se acercan a uno para nada (con estas premisas, lo sorprendente es que el soltero sea yo) y me animan a "devolver la pelota a tu cancha". Capto la metáfora y comienzo a darle vueltas a la estrategia.

Buscando establecer contacto visual, volteo compulsivamente hacia la esquina donde la parte superior de tu cuerpo tapa --gracias a Dios-- una reproducción de Warhol. Interpreto el fracaso como fracaso, pero mis amigos sostienen que, como es natural, te estás haciendo la difícil.

Voy en el sexto vaso, así que la idea me hace sentido y acaban por convencerme. Pero se que aún no tengo suficiente soltura para lanzarte unas cuantas salvas verbales con posibilidades de dar en el blanco. Desvío la conversación y sigo bebiendo por un rato.

Me acabo el noveno ruso negro y me siento casi listo para intentar abordarte. No hay prisa, son apenas las diez; y a juzgar por las risas que llegan hasta mi mesa, no estás pensando en irte. Aun así, soy consciente de que, si no actúo pronto, estaré tan suelto que difícilmente podría siquiera apuntar.

La tira de la semana.


Un millón de monos con máquinas de escribir, por Fadri: http://monos.fadri.org/

La sección (agri)cultural.


El incompetente.
Pablo Neruda.

Nací tan malo para competir
que Pedro y Juan se lo llevaban todo:
las pelotas,
las chicas,
las aspirinas y los cigarrillos.

Es difícil la infancia para un tonto
y como yo fui
siempre más tonto que los otros tontos
me birlaron los lápices, las gomas
y los primeros besos de Temuco.

Ay, aquellas muchachas!
Nunca vi unas princesas como ellas,
eran todas azules o enlutadas,
claras como cebollas, como el nácar,
manos de precisión, narices puras,
ojos insoportables de caballo,
pies como peces o como azucenas.

Lo cierto es que yo anduve
esmirriado y cubriendo con orgullo
mi condición de enamorado idiota,
sin atreverme a mirar una pierna
ni aquel pelo detrás de la cabeza
que caía como una catarata
de aguas oscuras sobre mis deseos.

Después, señores, me pasó lo mismo
por todos los caminos donde anduve,
de un codazo o con dos ojos fríos
me eliminaban de la competencia,
no me dejaban ir al comedor,
todos se iban de largo con sus rubias.

Y yo no sirvo para rebelarme.

Esto de andar luciendo
méritos o medallas escondidas,
nobles acciones, títulos secretos,
no va con mi pasmada idiosincrasia;
yo me hundo en mi agujero
y de cada empujón que me propinan
retrocediendo en la zoología
me fui como los topos, tierra abajo,
buscando un subterráneo confortable
donde no me visiten ni las moscas.

Esa es mí triste historia
aunque posiblemente menos triste
que la suya, señor,
ya que también posiblemente pienso,
pienso que usted es aun más tonto todavía.

viernes, 13 de noviembre de 2009

La sección (agri)cultural.

Hace una quincena o un mes que mi mujer de ahora eligió vivir en otro país. No hubo reproches ni quejas. Ella es dueña de su estomago y de su vagina. Cómo no comprenderla si ambos compartimos, casi exclusivamente, el hambre.
Nos consolábamos a veces con comidas a las que buenos amigos nos invitaban, chismes, discusiones sobre Sartre, el estructuralismo y esa broma que las derechas quieren universal, saben pagar bien a sus creyentes y la bautizan postmodernismo. Participábamos, reíamos y adornábamos con nuestras risas las frases ingeniosas. Aquellas cenas a las que no podíamos aportar ni un solo peso ofrecían a un posible observador, tal vez a uno de los comensales que pagaban su parte de la cuenta, un aspecto admirable. Porque merecía admiración la astucia con que ella y yo, sin dejar de reír despreocupados, robábamos pancitos que cabían en la cartera de ella o en alguno de mis bolsillos. Así nos asegurábamos un desayuno seco para cuando despertáramos mañana en la cama de la pensión.
Se fueron acumulando los días casi miserables para triunfar convenciéndola de que yo había nacido para fracasado irremisible.

Juan Carlos Onetti. Cuando ya no importe.

Pa que no me acusen de argentinismo, hoy decidí ponerles a Onetti, que es de la Provincia Argentina Oriental del Uruguay.

La tira de la semana.


Representación gráfica de las relaciones del Dr. Bauer con el sexo opuesto.

A una mujer que me calienta el chile (y le sale asombrosamente bien).

Antes de que sigas coqueteandome con ese descaro, con ese aplomo que sólo tu sensualidad permite ejecutar impunemente; déjame advertirte que soy el hombre más cursi que conozcas. Antes de volver a sonreirme mientras acaricias mi barriga, piensa si estás dispuesta a oir poemas a las cuatro de la mañana, a encontrar tu cuerpo expuesto en octasílabos, si puedes soportar a un hombre que llora mientras lee un cuento de McEwan ¿No? Entonces te ruego que dejes de provocarme, que desistas de comprarme así. Porque tu cadera será más ancha que el universo, pero no lo es tanto como para contener mi ímpetu.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Derrota.

Sin importar por qué me odies, cuánto me odies, o lo que decidas hacer con tu odio, yo siempre estaré de acuerdo contigo. Y esa es la razón, amor mío, por la que estamos derrotados de antemano.

lunes, 2 de noviembre de 2009

En Cuernavaca vivo días de depresión sin asistencia etílica. Y es tan tan tan absurdo...

domingo, 1 de noviembre de 2009

Historias del metro I.

Estación Tlatelolco. Miércoles X de junio de 2009. Sentados en el piso del andén. No, no bajo el reloj, porque eso sí sería un cliché excesivo. Tú borracha, yo a punto. Un termo morado lleno de ginebra entre los dos. Más bien, volando de tu mano a la mía y de vuelta. Nos besamos ¿ espontáneamente? No es la primera vez, pero ha sido una velada deliciosa. De pronto, me metes en tus ojos y preguntas si te he seguido hasta ahí sólo por sexo. Soy el primer sorprendido al oír que de mi boca se escapa --cliché, pero no hay otra forma de decirlo-- un rotundo, casi instintivo no. Claro que estaba ahí por mucho más que el sexo, pero hasta ese momento ignoraba lo mucho que estaba involucrado en ti. Quisiera poder describirte tu cara al oírme. No lo creo, pero afirmas que existió el pelmazo que vaciló al responderte. Será que nunca se sentó contigo en un andén, ni tuvo tus labios cantando tan cerca de sus oídos que se sintiera indecente de estar en público...
Me tomas las manos. ¿Me tomas las manos? No sé, quizá sólo me besas. Pero después me invitas al desastre. Salimos del metro. ¿Qué podemos hacer, si se ha acabado la ginebra? No lo creo, pero hubo el pelmazo que te perdió esa noche.

Para A... por, puta madre, quien la haya besado sabrá por qué.

La tira de la semana (y del mes pasado).


Pues nada, renovarse o morir. Amo a Caballo Negro, pero hoy les dejo una tira de otro máster español: 1MM (1 Millón de monos con máquinas de escribir), por Fadri. Avanzamos hacia el no sense.

La sección (agri)cultural.


He encontrado el lugar justo...

He encontrado el lugar justo donde se ponen las manos,
a la vez mayor y menor que ellas mismas.

He encontrado el lugar
donde las manos son todo lo que son
y también algo más.

Pero allí no he encontrado
algo que estaba seguro de encontrar:
otras manos esperando las mías.

Roberto Juarroz.

En las paredes de Políticas. Expresiones femeninas.


No es cantina, pero salen pedos.

Graffiti en un tocador de damas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Donde el Dr. Bauer quisiera estar...

Río de la Plata desde la costa de Colonia. No es que allá me vaya mejor que acá, pero dan unas ganas de que sobren $15 000 para un boleto... Fotografía tomada por el Dr. Bauer.

El Antihumano.


Quienes hagan uso del Metro ya habrán podido disfrutar la nueva campaña publicitaria de cierta marca de "ron". Pues bien, las campañas que dicha marca realiza han sido desde hace mucho mi propuesta publicitaria favorita; pues me parece la más directa, honesta e incluso, permítanme decirlo, anticapitalista que se haya visto. Me explico: los encargados de diseñar la estrategia de imagen de ese ron nos dicen "sabemos que nuestro producto es pésimo, pero también que si ustedes lo compran no es porque les guste, sino porque no les alcanza para ninguna otra cosa. Así que no vamos a convencerlos de las bondades de este ron, simplemente queremos recordarles que ahí está, siempre a la mano. Además, piensen que estos son tiempos de crisis, por lo que no se ve mal economizar tomando matarratas." Fíjense nomás: no te dicen que el ron este te hará más blanco, más guapo; tampoco que brincarás más alto o se te alargará la polla. ¿Entonces? Lisa y llanamente, te embrutecerá sin golpear tu
bolsillo. ¿Qué es eso, si no promover el más puro valor de uso, desmercantilizar, el producto? Ahí les van unos ejemplos de la campaña anterior, los de ésta no los he podido hallar:






Pero por más que me guste esta campaña, me parece, como todo, perfectible. Ahí les van algunas humildes sugerencias del Dr. Bauer para los carteles que adornan nuestra ciudad:

-Preséntame a tu hermana la menor, porque la grande ya no aprieta. Soy caribeño, ¿y qué?

-Sólo es violación si dice que no más de tres veces. Soy caribeño, ¿y qué?

- (Para las fiestas) Puto el que no vomite. Soy caribeño, ¿y qué?

-Practica la democracia. Por atrás todos somos iguales. Soy caribeño, ¿y qué?

-¿Dónde queda el baño? Porque tu mamá dice que en tu recámara no. Soy caribeño, ¿y qué?

-Me gustan las preparatorianas, porque sin importar cuánto envejezca uno, ellas siempre tienen la misma edad. Soy caribeño, ¿y qué?

-Me la como. Soy caribeño, ¿y qué? (esta ya anda circulando en la web, desconozco al autor)