sábado, 23 de abril de 2011

Tres poesías de circunstancias.



"Durante un apagón"

Adiós.
Porque no hay manera de deducir que me deseas.
Porque la esperanza, más que inútil, es contraproducente.
Porque el verso se me ha muerto en una rima.
Porque tu nombre ya no me dice "pasa".
Adiós.


"Lo que pienso mientras lavo mi azotea"

Yo,
amante confeso de los absolutos,
de los imponderables,
no sirvo para este mundo
que todo lo relativiza
lo degrada,
donde nada puede ser sino
a según.


[sin título]

Mis amigos,
todos ellos buenas personas,
se acercan a mí y dicen exhortan:
- Haz algo, haz algo. Protesta. ¿Irás a la marcha? ¿Estarás ahí?
Me miro las manos y pienso, triste,
pero tranquilo
- Queridos amigos, si no puedo convencer
a una mujer de yacer
conmigo
¿con qué oratoria puedo persuadir al escorpión
para que deje de matar?

viernes, 1 de abril de 2011

Este horror a que una frase impertinente precipite el final definitivo hace que se nos amontone el silencio como una pila de escombros que no sabemos cómo quitarnos de encima.

viernes, 25 de marzo de 2011

Sabes que has perdido toda esperanza de conquistar a una mujer cuando dejas de masturbarte pensando en ella. Una mañana, sin que mediara acontecimiento parteaguas alguno, sencillamente su cuerpo quedó tan desdibujado en el registro de mi fantasía que me fue imposible brindarnos esa telepática unión. Algunos días después, descubrí con espanto que me costaba evocar el sonido de su voz, fijar en mis ojos la imagen de su rostro. Sabiendo que la memoria comenzaría a hacer sus habituales trampas, decidí que no iba a permitirle a mi mente construir el recuerdo de ella a partir de retazos oscuros de mi deseo y plagios de otras mujeres. Pero, si no habría de olvidarla, ¿cómo preservar una imagen de ella que me fuera propia, a la que pudiera evocar y sonreír? No me faltaban fotografías de ella, ni era difícil pedir a sus amigos que me la recrearan con mil palabras. Pero las fotografías me mentirían con el mismo dolo que la memoria: estáticas, fingidas; no podrían decirme nada sobre ella, sino sobre alguien que ella fue alguna vez. Me torturaba saber que la perdería para siempre, que cada vez que invocara el respingo de su nariz la deformaría un poco más, hasta hacer de la mujer que amé una belleza aleatoria, un hipnotismo irreconocible. No, no podía permitirlo. Otra mañana, sin que en sueños se me anunciara ni el alba se cargara de presagios, lo supe. Tomé un libro viejo de litografías, arranqué con ternura una de las obras centrales y la colgué, sobriamente enmarcada, en mi cuarto más pequeño. Circe, la Circe que en vida Romney llamó Emma, me mira todos los días y me recuerda el encanto de su intemporalidad. Le sonrío de soslayo y me deja saber que no me equivoqué. ¿Puede concebirse siquiera verdad más plena que su mirada?

Para Madeleine, todavía.

Coyoacán, 25 de marzo de 2011.

miércoles, 2 de febrero de 2011

El vértigo de lo ínfimo.


Canto a las mujeres sencillas, a las mujeres humildes que para desplegar su belleza soberbia no necesitan hacerse del alarde de la sequoya ni de la arrogante pirotecnia de las auroras. Mujeres bonsái, de bolsillo, mujeres que no confunden la grandeza con lo grandote y saben que su aroma, que su aquiescencia —en dosis pequeñísimas— bastan para volverme loco.

Canto no a las engorrosas amazonas, cuya sola visión es extenuante, mujeres capaces de matar a un caballo por el solo peso de sus nalgas; mujeres que no cabrían ni en el Museo Británico. No. Yo sueño con mujeres así, pequeñitas, que me acompañen a todas partes, que me estremezcan a mí y no al viento inocente.

Yo me mareo recorriendo —¡pero qué poco dura el viaje!— una y otra vez sus cuerpos con la mirada lúbrica, extasiada de un sátiro. Me desvanezco, me desbordo, me deshago repitiendo el viaje —¡ay!, ¿por qué sólo en mis fantasías?— con mis dedos como guías y mi boca, tenaz explorador.

Canto a las mujeres con proporciones a escala perfecta, mujeres con geografía de maqueta, mujeres de cuya nariz me he despeñado en abismos, sin embargo, de dura realidad.

Te canto, pues, a ti.

Cuernavaca, 02 de febrero de 2011